3.01.2013

Paciencia y Fortaleza


Lo moderno y lo antiguo no siempre se llevan bien, no es ninguna novedad lo que cuento. Pero si a lo antiguo le añadimos lo histórico, lo simbólico o simplemente lo evocador, y a lo moderno le añadimos Rem Koolhaas o Norman Foster podemos liarla realmente parda.
Recientemente conocimos la existencia de dos proyectos en marcha en dos ciudades que significan mucho para el imaginario colectivo, Nueva York y Venecia, y en dos edificios que están muy íntimamente ligados al espíritu de ambas, la Biblioteca Pública de Nueva York y el Almacén de los Alemanes de Venecia.
Previo al conocimiento de dichos proyectos firmados por dos cabezas visibles de la arquitectura moderna, de entrada a uno ya le saltan las alarmas. Hay arquitectos que creen que la mejor intervención en un edificio histórico es aquella que haga que la gente crea que no has intervenido. Foster y Koolhaas, a los hechos me remito, opinan distinto.
Sobre el proyecto de Venecia surgen multitud de preguntas. ¿No hay otro sitio para un Koolhaas mejor que en pleno Gran Canal?¿Es arquitectónicamente correcto que el arquitecto use un lenguaje similar a proyectos puramente modernos en una rehabilitación de un edificio histórico?¿Cuanto de necesario es que haya escaleras mecánicas surcando el patio renacentista o que se destruya la cubierta para crear una azotea con suelo de vidrio? e incluso hasta podríamos cuestionarnos el hecho de que el edificio de Correos veneciano pase a ser un centro comercial de Benetton...



No se si soy quien para cuestionarme la labor del señor Koolhaas pero ¿De verdad es buen arquitecto alguien que obvia la riqueza del edificio con el que trabaja para imponer soluciones formales propias de su catalogo de obras? Y lo digo después de haber disfrutado de la Casa da Música en numerosas ocasiones y de analizar hasta la náusea otros proyectos suyos.
El caso de Nueva York no difiere del anterior, la gran Biblioteca Pública de Nueva York va a ser remodelada, en principio si nadie lo remedia, por Norman Foster de aquí al 2018. El concepto del proyecto es claro y comprensible, adaptar una de las mayores bibliotecas del mundo al siglo XXI con nuevos sistemas de almacenamiento, acceso a los libros y conservación de los mismos. Hasta aquí todo correcto. Quienes apoyan el proyecto consideran que busca abrir el edificio al ciudadano de a pie que se intimida ante él. Desconozco la capacidad intimidatoria de los neoyorquinos pero si ellos lo creen, amén, hasta aquí también compro. El problema aparece cuando vemos los renders propios de un resort caribeño y las plantas con triples alturas innecesarias dentro de un edificio "beaux art", no por el hecho de ser triples alturas si no porque no aportan nada al funcionamiento de la biblioteca y crean un caos circulatorio en el que una escalera doble semicircular en tres tramos (ninguna escalera cuyo nombre te obligue a hacer una pausa para respirar al leerlo puede ser buena...) busca el protagonismo que deberían tener otros elementos. Una vez mas Sir Norman busca imponer su "estilo" autista con lo existente.



En la entrada de la biblioteca por la Quinta Avenida hay dos leones presidiendo la escalinata cuyos nombres son muy reveladores: Paciencia y Fortaleza. Paciencia para venecianos y neoyorquinos, fortaleza para que los arquitectos puedan dejar a un lado sus egos y en lugar de mirarse el ombligo miren los muros sobre los que proyectan.

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